Hace unos años, cuando Joaquín El Chapo Guzmán era prófugo de la justicia, necesitaba estar en contacto con sus aliados y por eso contactó a un joven llamado Christian que lo ayudaría.
Christian, quien era un veinteañero, inventó un sistema de comunicación que le permitiera hacerlo de manera secreta. Lo que hizo fue construir un sofisticado sistema de celulares de gama alta y servidores secretos increptados.
Esta historia a los agentes del FBI les parecía inverosímil, ya que cómo podía alguien tan joven y a la vez tan lejos de donde se encontraba El Chapo (Christian vivía en Medellín, Colombia), haber creado semejante cosa.
En esa época, apenas comenzaba la telefonía por internet y Skype se convirtió en el mejor socio del capo para sus conversaciones secretas.
Robert Potasch, trabajador de la agencia del gobierno, se dio a la tarea de dar con el paradero de Christian, y Stephen Marston, quien conocía muy bien los pasos de los colombianos, lo acompañó.
A pesar de su corta edad, Christian tenía una larga trayectoria trabajando con narcotraficantes, como la familia Cifuentes de Medellín, quienes eran conocidos de El Chapo. He ahí el misterio resuelto de cómo el hacker se relacionó con él, ya que este clan era conocido por ser invisible, debido a que trabajaban “bajo el radar”.
Aunque suena como leyenda urbana, la realidad es que Christian sí existió y esto lo pudieron comprobar Potasch y Marston cuando fueron a Bogotá. “Un joven técnico, Christian Rodríguez, les dijeron, tenía una pequeña empresa en Medellín que reparaba computadoras y establecía redes de comunicaciones”.
Han pasado varios años y hasta ahora conocemos, en parte, la identidad de este hacker que ayudó en su momento al poderoso narco.
Fuente: Infobae